sábado, 6 de enero de 2018

"La poesía no es para enamorados"



Se sirve el sol de la piel de las nubes, cada mañana sonríen sus labios y sabe que no necesita un verso de amor para hacer poesía. 

Él escribió unas líneas chuecas ayer mientras fumaba un cigarrillo, no encontraba la inspiración para dedicar unos versos apasionados a su amante. Su amante llenaba su alma con caricias y ternura pero no le daba lo que él buscaba, inspiración. Se asomaba cada mañana a ver cómo el sol le hacía el amor a las nubes blancas como la lana de su viejo recuerdo de la serie de televisión donde salían ovejas.

Salia de su casa y caminaba buscando las palabras románticas que llenarán sus estrofas de versos apasionados, pero por más cuadras que caminó no encontraba lo que buscaba, miro unos niños reír en un viejo columpio oxidado, sin mayor preocupación de ser el siguiente en el balancín; los minutos pasaban y su amante lo esperaba entre sabanas e incienso para intentar inspirar el alma de aquel que aún no enamoraba.

Se desvió a la biblioteca de la ciudad y sacó unos libros de poesía y no encontraba las palabras que expresaran su sentir; siguió caminando por las aceras y vio al ciego Nicanor cantar una vieja canción y vender los dulces de conserva de coco que lo habían hecho tan conocido en las rutas de buses, su bastón golpeaba la acera fuertemente el asfalto.
Llegó al pórtico de la casa de su amante, caminó sobre el arco de la entrada, subió las escaleras y abrió la puerta que separaba la nostalgia y el olvido de la pasión y la lujuria; las sábanas volaron, el sudor salia de sus poros mientras sus bocas devoraban sus pieles, se masturbaba su mente mientras buscaba el verso que llenara su poema, el orgasmo femenino mojaba sus pensamientos y se perdió entre los brazos de su amante; y el sol continuaba haciendo el amor a las nubes del medio día.

Tomó una tasa de café, beso a su amante luego de hacer el amor, se vistió y salió luego de una conversación con ella. Regresaba a su casa y tropezó con la loca del bus, una mujer mendiga que tenía el cabello sobre su cara y hablaba profecías de su locura y camino un poco más y sol bajaba en el ocaso y terminaba de hacer el amor, camino el joven un poco más y paso por el hotel de los enfermos, el asqueroso sitio guarda el secreto de demonios, espantos y maldiciones.

Vio a unos jóvenes que se besaban y pensó en su amante, en su locura, en el viejo Nicanor, en los niños del columpio, en la vieja del autobús y en el hotel de los enfermos, y ahí caminando por el parque de los suspiros vio aquel verso que rezaba "la poesía no es para enamorados", suspiro y pensó en la poesía como una forma de expresarse, trascender la vida y la muerte, la poesía que derrama sus versos apasionados, la poesía que en pena ahora mendiga que lo saquen a bailar, a caminar , la poesía fue y será el arma del alma, la poesía no es para enamorados, mientras el suspiraba estás palabras la luna se levantaba de sus sábanas, desnuda subía la pierna por entre las montañas, lista para ser la poesía que él necesitaba.


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