sábado, 18 de enero de 2020

Ha pasado un año

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Ha pasado un año
desde que mi vida cayó a fondo
sumergida por los remolinos
de la decepción y la tristeza,
siendo una derrota constante,
una búsqueda de un refugio perfecto
pero inalcanzable.

Extrañando tus carnosos labios
cayendo en la habitación
de un solitario casco urbano,
una sala pequeña y con poca luz;
pensaba en la noche que te escribí un poema en la mesa de un bar,
de frente a un mural colorido,
con un piso rojo con líneas blancas.

Te encantó que te describiera en versos,
que te convirtiera en poema,
pero te aprisionó mi verso imperfecto,
mis saltos entre
mi casa y el bar,
el trabajo y la universidad,
tus labios y el salado sabor de tus
tiernas piernas.

Puede que mi poema no sea perfecto,
porque no busca serlo,
porque no le interesa que la rima
sea acordé al tiempo,
no le interesa que te humedezca los labios,
que su paso por la tierra sea leve,
mi poema busca algo que perdió
hace un año
y aún no sabe que es.

Ahora que retomo la riendas de esté poema
sé que mi decisión es clara,
busque amarte y quizás lo hice con pasión,
pero era la pasión juvenil de la inexperiencia.

Una mosca entra en mi habitación
me mira asqueada de mi fracaso y me persigue en mis sueños,
los aromas pútridos en una situación precaria,
situación que decidí.

Hace un año no te escribo
y mis versos están peor,
no espero que me leas
o que me ames como antes,
no lo harás.